Alegraos, pues creéis en el arte y en la cultura

Paul Auster
Paul Auster, uno de mis escritores favoritos, en una entrevista concertada en una radio francesa, comentó que no podía pasar un día sin escribir. Que su condena desde que empezó en el mundillo, era la de crear arte continuamente.


El locutor dijo en un tono en clave de humor, que entonces se podía decir que estaba preso en una maldición, a lo que el escritor americano respondió que la verdadera maldición era pasar un día sin “fabricar” historias.


El arte y la cultura están infravalorados. Aún, la sociedad se limita a adquirir lo que los medios y la masa como tal, ofrece. Estamos en la superficie y solo consumimos lo que se nos da por defecto. Y hoy, en plena edad de la informática, de la información sin límites que nos ofrece internet, me parece deplorable no aprovechar todo los tipos de arte que el mundo, que el ser humano a lo largo de la historia ha creado.


Epicuro con cara de mala leche
Hemos caído en una espiral de conformismo, de andar como zombis. Una vida vacía, sin originalidad. Sin interés más que por sobrevivir y poseer lo que materialmente no teníamos. Pero no gastamos tiempo ni recursos en aprender, en saber más, en enriquecer, en nutrir nuestra 
mente.

¿Cuántas veces habréis oído que la pintura o el cine no sirven más que para el entretenimiento? ¿Qué alguien no puede leer por falta de tiempo? Y lo que es más interesante…¿Cuántas veces habréis escuchado que filosofía solo la estudian los locos, que no sirve PARA NADA? ¿Qué si la estudiáis, que si la leéis, estaréis perdiendo el tiempo?


No es que sea un intelectual contemporáneo, y tampoco hago la carrera de filosofía, o que me pase el día entero leyendo textos de Epicuro, mientras me deleito con las melodías de Bach, al mismo tiempo que recito al revés, poemas de Pedro Salinas. Pero sí que me motivo en no ser el clon de un clon. En no ser aquél peregrino llano.



Por eso cuando os tachen de raros, de atípicos, de frikis, de nerds, de transgresores de pensamiento, de locos o utópicos, porque pensáis diferente, pero pensáis, alegraos. Alegraos, pues sois minoría. Alegraos, pues creéis en el arte, creéis que la cultura es vital para el crecimiento humano, porque entendéis que sin alimento mental, moriremos de oquedad. 

Oda a la guitarra


Salgo intenso en la foto, no me escondo
Recuerdo que desde muy pequeño, fui creciendo con las melodías en la guitarra acústica de mi padre. En la iglesia, en casa, en todas partes podía escuchar las melodías del instrumento y vocales que soltaba hacia fuera. Y me encantaba escucharle tocar horas y horas.
Pero de mi familia, no solo mi padre tenía el don para este instrumento en cuestión, si no que mi abuelo y mi tío Walber (sí, es como Walter pero con “B”) también eran unos virtuosos.

Y a mí siempre me gustó mucho mucho la música. Siempre tenía un fuerte furor interno que solo sabía sacarlo cantando. Pero me faltaba algo. Quería acompañar mi voz de música que yo haría, que yo compusiera.
Pedí a mi padre que me enseñara, pero por la falta de tiempo, las “clases” se daban cada mucho tiempo y acababa sin aprender nada. Así que hice lo que mucha gente ha hecho: aprender solo.
Y gracias a internet y muchas horas de práctica, acabé adquiriendo un nivel base en más o menos 3 meses.


Pero sería injusto decir que aprendí a tocar solo por “tradición” familiar, o por componer mis propias canciones, si no que también lo hice por el tema de conquistar a las chicas. Y es que no es leyenda que el cantautor liga bastante. Yo no diría tanto ligar, si no que llama la atención. La guitarra lo que te proporciona es que si estás en un encuentro social y hay alguien que está tocando, éste sea el protagonista. Si ese “don” no se acompaña de un físico medianamente aceptable y una personalidad mínimamente agradable, da igual que cantes baladas varias de Scorpions, que va a dar igual.

Vi mi nueva “capacidad” artística como un hobbie, o como una arma de seducción, hasta que mi vida cambió y con ella, mi percepción de lo importante que era esta habilidad.
Al venir a Brasil, no traje la guitarra acústica, pues era de mi padre y muchas se solían romper en el viaje, así que decidimos conjuntamente dejarla ahí. Ya conseguiríamos alguna por estos lares.
Pero el tema fue que pasé varios meses sin una. Y no imagináis cómo recordaba el placer de tocar un acorde detrás del otro, sin saber previamente que al emparejarlos conseguiría una sucesión musical tan bonita. Cómo recordaba aquél sabor que se queda en la boca al terminar una canción que te morías por tocar desde hace un buen tiempo…
Crié una dependencia increíble por la guitarra, justo cuando estaba sin ella. Mi vida no estaba bien, me sentía casi depresivo, y sin embargo sabía que mucho se resolvería con poder tener este instrumento entre mis manos.


Y así fue, pues unos meses después mi padre y tío (aquél que es casi un "Walter") me regalaron una vieja, que actualmente está en sus últimos meses de vida, pero que aportó luz a un momento en el que todo era tristeza, melancolía y pesimismo. Así empezó una historia de amor de verdad entre la música, la melodía, la guitarra acústica y yo. 

Los que aman la música y saben tocar algún instrumento, saben de lo que hablo. Saben que un día gris puede parecerlo menos, si al llegar en casa coges tu "artefacto" y tocas aquella canción que te produce un placer sin igual. Saben que no hay cosas que aportan mucha más satisfacción que crear una pieza musical que habla de tus sentimientos o de tu vida. Saben que cuando empiezas, no puedes volver atrás, pues cuando te encariñas con él, en mi caso la guitarra, estás pactando una relación eterna entre los dos. 

Cuando el pobre gana, el rico...



Hace poco fueron las elecciones en mi país: Brasil. Los que no sois brasileños y muchos de los que sois, pero no vivís aquí, no os habréis enterado muy bien de lo que ocurrió hace una semana, así que dejad que os haga un breve resumen.

Aécio Neves y Dilma Rouseff
En las “finales” estaban dos candidatos increíblemente diferentes y con propuestas teóricamente opuestas. Por un lado estaba la que era la gobernadora actual: Dilma Rouseff, que basaba su propuesta electoral en lo que supuestamente había hecho los 4 años anteriores, es decir, ayudar a los pobres, hacer que el país evolucione equitativamente y apoyar las clases sociales más desfavorecidas. Reitero que es todo teoría, ya sabéis cómo son los políticos.

En el otro lado estaba Aécio Neves, que venía con un discurso muy diferente. El señor Neves centraba más sus debates y propuestas en erradicar todo lo que había hecho el gobierno anterior, es decir, no centrarse tanto en los “desfavorecidos”, si no en “devolver” la gloria a los que “lo merecían”. O dicho de otra forma: en dar más a los que ya tenían, o lo que es lo mismo, dar la mano para pasarle más riquezas aún a los que ya tenían, pero no se conformaban. Por supuesto él no lo contó tal y como lo estoy contando yo, pero todo Brasil supo leer entre líneas.Todo Brasil no, los que quisieron ver la realidad. 

Y claro, desafortunadamente para mi querido Aécio Neves, en su país hay más pobres que ricos. Por lo que los votos fueron para Dilma. En los contajes, se vio que claramente los estados más pobres, que están en el Noreste de Brasil, fueron los que marcaron la diferencia para la reelección de la presidenta. Lo que no podía ser de otra manera, pues sería de estúpido escupirle a quien te da de comer. Casi casi literalmente.

Esto provocó una oleada mayúscula de racismo encima del “pueblo” nordestino (que es donde nací y vivo actualmente). En los días siguientes a las elecciones vi comentarios en las redes sociales realmente alarmantes. Porque vi cómo el racismo y la discriminación para con lo “diferente” sigue siendo aún enorme.

En los días siguientes a las elecciones vi como la comunidad burguesa, tan acostumbrado a obtener lo que siempre ha pedido, soltó todo el odio irracional hacia la comunidad más paleta, analfabeta y sufrida del país, por el simple hecho de que dieron sus votos a la que ha hecho que sus hijos puedan estudiar en universidades públicas, no pasar penurias para comer y tener un techo digno donde vivir, entre otras muchas cosas.


En este período he dejado de creer, aún más, en el ser humano como un animal con una mínima capacidad de reflexión y percepción del mundo como tal. Somos seres cargados de odio, de ira, de maldad. Nos movemos irracionalmente en cuanto algo nos aparta de lo que consideramos ideal. Y que en pleno siglo XXI, el racismo, la opresión del grande al pequeño y la falta de empatía por el prójimo, siga estando tan presente, me parece terriblemente triste.

Todo esto me hizo recordar lo que escribió Arturo Pérez Reverte en su blog hace algo más de un año:  “Sueño con que dentro de unos años, sus nietos se mezclarán con los de la bolchevique rubia, del americano de ojos orgullosos e inteligentes, del rumano con un extraño dominio del castellano. Y de esos fascinantes cruces de caminos del azar y la vida, saldrán españoles nuevos: jóvenes gloriosamente mestizos, con la mirada orgullosa del indio en unos ojos rasgados y asiáticos que tengan el color claro de la ucraniana de la tienda y la inteligencia del rumano de eficaz parla cervantina, aliñados tal vez con el valor desesperado del africano que se jugó la vida a bordo de una patera. Españoles felizmente distintos, nuevos, mezclados entre sí, que rompan nuestra estúpida inercia para generar, como ocurre en los buenos mestizajes, hombres y mujeres más atractivos, imaginativos e inteligentes. Sobre todo, cada vez más lejos de los fantasmas y odios viscerales que emponzoñan este lóbrego patio de vecinos llamado España.”



¿Creéis que en el mestizaje, en el cambio de generaciones, está la clave para exterminar esta corriente tan tóxica de pensamientos retrógrados? Yo digo claramente que sí. 

¿Para quién madurar?

Alguien, adulto, una vez me dijo que al crecer, al madurar, te dabas cuenta de que sí que tenías que actuar en cierta medida, en pro del pensamiento ajeno. Importarnos y cambiar un poco nuestros comportamientos, nuestras acciones para satisfacer al prójimo.

Por supuesto pensé en ello. Pienso y le doy vueltas a casi todo lo que me dicen. Y más cuando el mensaje es original. Y este sin duda lo es.

La experiencia es una buena arma para combatir la vida, eso no lo duda nadie. Los años te aportan sabiduría y con ello, trucos varios para no caer en errores cometidos previamente, o simplemente transmitirlos a una generación más joven, necesitada, aunque no ávida, de esos consejos.

Y es que la juventud nunca se ha importado mucho con lo que dicen los "mayores". No porque no nos importe en verdad lo que nos comunican. Si no porque consideramos un derecho y una obligación cometer fallos. Porque hay errores que hasta que admites que lo son, aportan mucho gozo. Y luego, cuando el peso cae, uno aprende mucho más que con las palabras ajenas.

En este caso, si al crecer me daré cuenta de que tendré que basar algunas de mis actitudes para que otro no se escandalice, entonces prefiero seguir con el pelo negro y el cuerpo sin cicatrices. Porque menos mal que mi vida la vivo yo. Porque menos mal que las catástrofes que haya podido causar, son causadas por mi auto-influencia. Menos mal que los caminos que he elegido, ya sean hacia un pantano fangoso, o una villa de primavera, los elegí yo. Sí, con consejos que tal vez influyeron mis decisiones, pero siempre teniendo la última palabra yo.


Madurar, en mi opinión, no es tener que darle el gusto a alguien que no eres tú, si no estar a gusto contigo mismo, por ser quien eres. 














PS: No olvidéis comentar. ¡Quiero vuestras opiniones ya sea por Facebook o por aquí!

Verborrea Inconexa

  ¡Hola, amigos verborreicos!


Los que me seguís en Facebook, sabréis que mi deseo de abrir un blog era casi imperativo. No por una cuestión de entretenimiento, pues estando en mi casa, si una cosa no me falta es eso: entretenimiento. Pero lo que sí me faltaba era un contenedor donde expulsar todos estos pensamientos que se me ocurren esporádicamente y que no me gustaría soltar en Facebook, por el hecho de no quedarse “juntos”, o en Twitter por el tema de los 140 caracteres.

Suena casi hasta malévolo decirlo, pero lo que escribiré aquí no será principalmente para vosotros, no será para nadie. Porque mi deseo primario es expulsar todas estas letras que se quedan acumulando moho en mí. Pero tampoco esconderé mis ganas de que comentéis y deis vuestro punto de vista de todo lo que “deposite” en Verborrea Inconexa.

 Creo que una de las cosas más increíbles de tener un blog, son la cantidad de cosas que acaban llegando a la gente. No digo que haya cambiado la vida de nadie con alguna entrada, pero sí que he llevado a la reflexión, a la toma de decisiones de cierta importancia y provocar sentimientos varios. ¿No es eso bonito? ¿Solo por eso no vale la pena compartir lo que hay en tu cabeza?

Eso sí, no será un espacio para todo el mundo.  Prefiero y quiero que deis la vuelta los siguientes tipos de personas: los fanáticos religiosos, los que al escuchar la palabra “pene, seno o sexo” se sonrojen y mentalmente me tachen de depravado. Los machistas, retrógrados, homófobos, racistas e intolerantes. Los que su opinión vale más que la mía por tener más años, los pseudo-intelectuales creídos y los de moral superior.  Porque este no será siempre un blog políticamente correcto en todos los sentidos. No será el clásico ecosistema virtual donde encontraréis textos dóciles y de digestión leve. Tampoco digo que será hardcoore, con ideas que asustarían hasta al mismo Marylin Manson, no os preocupéis, copón.

Ya estáis avisados. Ya sabéis, más o menos, lo que habrá en Verborrea Inconexa. Un hueco mudo de mi mundo. Una ventana hacia mí.

¡Hasta luego!

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