Hace
poco fueron las elecciones en mi país: Brasil. Los que no sois brasileños y
muchos de los que sois, pero no vivís aquí, no os habréis enterado muy bien de
lo que ocurrió hace una semana, así que dejad que os haga un breve resumen.
Aécio Neves y Dilma Rouseff |
En las “finales”
estaban dos candidatos increíblemente diferentes y con propuestas teóricamente opuestas.
Por un lado estaba la que era la gobernadora actual: Dilma Rouseff, que basaba
su propuesta electoral en lo que supuestamente había hecho los 4 años
anteriores, es decir, ayudar a los pobres, hacer que el país evolucione
equitativamente y apoyar las clases sociales más desfavorecidas. Reitero que es
todo teoría, ya sabéis cómo son los políticos.
En el
otro lado estaba Aécio Neves, que venía con un discurso muy diferente. El señor
Neves centraba más sus debates y propuestas en erradicar todo lo que había
hecho el gobierno anterior, es decir, no centrarse tanto en los “desfavorecidos”,
si no en “devolver” la gloria a los que “lo merecían”. O dicho de otra forma:
en dar más a los que ya tenían, o lo que es lo mismo, dar la mano para pasarle
más riquezas aún a los que ya tenían, pero no se conformaban. Por supuesto él
no lo contó tal y como lo estoy contando yo, pero todo Brasil supo leer entre
líneas.Todo Brasil no, los que quisieron ver la realidad.
Y claro,
desafortunadamente para mi querido Aécio Neves, en su país hay más pobres que
ricos. Por lo que los votos fueron para Dilma. En los contajes, se vio que
claramente los estados más pobres, que están en el Noreste de Brasil, fueron
los que marcaron la diferencia para la reelección de la presidenta. Lo que no
podía ser de otra manera, pues sería de estúpido escupirle a quien te da de
comer. Casi casi literalmente.
Esto
provocó una oleada mayúscula de racismo encima del “pueblo” nordestino (que es
donde nací y vivo actualmente). En los días siguientes a las elecciones vi
comentarios en las redes sociales realmente alarmantes. Porque vi cómo el
racismo y la discriminación para con lo “diferente” sigue siendo aún enorme.
En los
días siguientes a las elecciones vi como la comunidad burguesa, tan acostumbrado a
obtener lo que siempre ha pedido, soltó todo el odio irracional hacia la
comunidad más paleta, analfabeta y sufrida del país, por el simple hecho de que
dieron sus votos a la que ha hecho que sus hijos puedan estudiar en universidades
públicas, no pasar penurias para comer y tener un techo digno donde vivir,
entre otras muchas cosas.
En este
período he dejado de creer, aún más, en el ser humano como un animal con una
mínima capacidad de reflexión y percepción del mundo como tal. Somos seres cargados de odio, de ira, de maldad.
Nos movemos irracionalmente en cuanto algo nos aparta de lo que consideramos ideal. Y que en pleno siglo XXI, el racismo, la opresión del grande al pequeño
y la falta de empatía por el prójimo, siga estando tan presente, me parece
terriblemente triste.
Todo esto me hizo recordar lo que escribió Arturo Pérez Reverte en su blog hace algo más de un año: “Sueño con que dentro de unos años, sus
nietos se mezclarán con los de la bolchevique rubia, del americano
de ojos orgullosos e inteligentes, del rumano con un extraño dominio del castellano. Y de esos fascinantes cruces de caminos del azar y la
vida, saldrán españoles nuevos: jóvenes gloriosamente mestizos, con la mirada
orgullosa del indio en unos ojos rasgados y asiáticos que tengan el color claro
de la ucraniana de la tienda y la inteligencia del rumano de eficaz parla
cervantina, aliñados tal vez con el valor desesperado del africano que se jugó
la vida a bordo de una patera. Españoles felizmente distintos, nuevos,
mezclados entre sí, que rompan nuestra estúpida inercia para generar, como
ocurre en los buenos mestizajes, hombres y mujeres más atractivos, imaginativos
e inteligentes. Sobre todo, cada vez más lejos de los fantasmas y odios
viscerales que emponzoñan este lóbrego patio de vecinos llamado España.”
¿Creéis
que en el mestizaje, en el cambio de generaciones, está la clave para
exterminar esta corriente tan tóxica de pensamientos retrógrados? Yo digo
claramente que sí.
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